
La violencia a esa, tu mujer, tu hermana, tu mamá...
06 de mayo de 2015
Hablemos de lo que todos hablan pero nadie se hace cargo. Hablemos de violencia. Pero de cuál? De esa que recibimos las mujeres, de esa que ahora llaman “de género”.
Si hay cosas que nos marcan y nos enseñan en la vida son esas que traen aparejadas al sufrimiento y al dolor. El cerebro aprende no solo de la repetición y la recompensa sino también del castigo. Las mujeres desde que la historia ha comenzado a escribirse han tenido un lugar importante en el mundo pero también seamos conscientes que han sido puestas en lugares insignificantes y carentes de sentido hasta el día de hoy.
Pero nos detengamos en una en particular, en esa violencia contemporánea y más cerca de nosotros, la que sufre la mujer que tenes al lado de tu casa, la que tenes enfrente tuyo ahora o la que está en estos momentos tomando un café con sus amigas con el lápiz de labios intacto y una tremenda sonrisa.
No sólo se ejerce violencia con un golpe, hay otra que se comprobó que deja secuelas peores y permanentes, ese golpe de palabra que queda instalado en el cerebro.
En el año 2014 “La casa del encuentro”, ONG Argentina que trabaja en contra de la violencia a la mujer, registró 277 femicidios en el país, cifras menores a las de 2013 que registraron 295. Los datos recopilados por la organización arrojan que en el 56% de los casos el presunto asesino era pareja o ex pareja de la víctima y en un 20% el agresor no la conocía. La provincia de Buenos Aires encabeza como el lugar con más muertes vinculadas al femicidio y Tucumán ocupa el décimo lugar, según los últimos relevamientos oficiales de datos en el país.
La mujer que sufre de violencia doméstica, como es también denominada la violencia de género femenino, es una mujer anulada completamente, se convierte en incapaz de ver y entender la realidad en la que vive, recibe un maltrato psicológico tal que llega a justificar y aceptar la mortificación en la que se encuentra. Ante frases como “vos me llevás a esto”, “esto pasa porque vos me provocas”, “entendeme no lo hice queriendo son las circunstancias que estoy viviendo que me llevan a hacerlo”, “lo hago porque te amo y vos no entendés”, “nadie te va a querer más que yo si te vas”, “mira lo que sos no podes aspirar a nada”, “te vestís así solo para provocar y te comportas como una puta” entre cientos de repetidas frases y el maltrato como justificación de brotes de celos se comienza a moldear la mente y el comportamiento de la víctima. Por lo general el agresor, trata de alejar a la mujer de su entorno y de esa manera no solo es anulada ella sino también cualquier visión que pueda recibir del exterior ante lo que está sucediendo, mientras más limitado es el contacto con los demás no habrá nadie capaz de hacerla ver lo que sucede y de esa manera se ejerce mayor poder sobre la víctima. La manipulación como arma ante cualquier amenaza de abandono es el principal escudo del agresor a la hora de mostrarse como víctima de su mujer y la promesa de no volver a hacerlo se convierten en el circulo vicioso en el que se vuelve la relación y ese vicio es el juego de violencia como tal en el que entran las dos partes. La mujer que pasa por esto no solo recibe golpes o palabras de desaliento, también es víctima de violaciones y en la mayoría de las veces es obligada a tener que hacer cosas en contra de su voluntad o impulsada por la psicosis que se genera alrededor. A la mujer que ha logrado salir de ese mundo sin ser asesinada, secuestrada o haberse suicidado o intentado suicidar, le resulta difícil sobrellevar una vida por si sola, por lo general las secuelas psicológicas le impiden comenzar a encarar su vida y la tranquilidad que encuentra después le resulta tan ajena que involuntariamente busca la violencia o el conflicto para alimentar la necesidad de ese vicio del que provenía, le cuesta relacionarse con cualquiera en el ámbito social ya que lleva incorporada la creencia que no vale mucho y que no sirve más que para ser usada y el prejuicio propio por lo que sufrió y de lo cual se siente culpable y la culpa se vuelve un tópico en ella.
Según la Organización Mundial de la Salud el “35% de las mujeres del mundo han sufrido violencia de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida. Un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja y un 30% de las mujeres que han tenido una relación de pareja refieren haber sufrido alguna forma de violencia física o sexual por parte de su pareja”. La OMS declara que la violencia sufrida por estas mujeres “pueden dar lugar a problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva y otros problemas de salud, y aumentar la vulnerabilidad al VIH”.
Según la Organización de las Naciones Unidas la mitad de las mujeres asesinadas en el mundo son por femicidios realizados por la pareja actual o ex parejas, a lo que hay que sumarle los asesinatos realizados por personas que desconocían a la víctima, más los sufridos en conflictos armados.
La Declaración de Ginebra sobre Violencia Armada y Desarrollo analiza los años entre 2004 y 2009 e informa que de los 25 países que tienen las tasas más altas de femicidios 14 pertenecen al Continente Americano y el Caribe. En las zonas con más violencia hacia la mujer se analiza el vínculo entre este acto y la violencia por la que pasa el país en general y se detecta que las mujeres son atacadas por grupos o pandillas de varones y se tratan de asesinatos impunes para el Estado. En países de Europa del Este y Rusia los números que arrojan los femicidios son muchos más altos que los de violencia en general del país. En Ciudad Juarez, considerada una de las ciudades más violentas de México, se registró en 2009 el mayor número de femicidios perpetrados, 19 cada 100 mil mujeres de las más de 600 mil que habitan en la ciudad, multiplicando de manera abismal al número que arrojaba el análisis completo de violencia en el país. En El Salvador y Colombia, dos países con los índices mas altos, se detecta que solo el 3% de los femicidios son cometidos por parejas actuales o anteriores al lado del 80% que muestran países como Francia y Portugal los cuales tienen muy bajas tasas de estos asesinatos a mujeres.
De la violencia doméstica se arrojan otros números de muertes que son los que dan como resultados los suicidios cometidos durante o después de la violenta relación. El informe de la Declaración de Ginebra mide que entre un 35% a un 40% de mujeres que sufren o sufrieron violencia de género tuvieron intentos de suicidios, cuando en Europa el 42% de las muertes que se vinculan a este tipo de violencia son consecuencia del suicidio. Las armas de fuego juegan un papel importante en los datos brindados, en “Brasil, Colombia, El Salvador, Guatemala y Honduras fueron usadas en más del 60% de los casos. En Ciudad Juárez, en el 2009, más del 80% de todos los feminicidios fue realizado con armas de fuego”.
Si bien el mayor numero de asesinatos en el mundo continúan siendo los arrojados por los homicidios (varones) al lado de los femicidios, las organizaciones no pueden establecer una completa base de datos de la mayor cantidad de países debido a la impunidad con la que se maneja el Estado en muchos de estos casos y la negativa de entregar información y resultan siendo datos incompletos por ser investigados en comisarias principalmente.
El Centro de Contención y Orientación en Violencia Familiar de Tucumán divide en tres fases a la situación de violencia: Fase 1: Acumulación de Tensión: En general toma forma de agresión psicológica y/o emocional. Se manifiesta verbal o gestualmente a través de descalificaciones, por ejemplo. Fase 2: Episodio Agudo: Se manifiesta como una descarga incontrolable de violencia física y que puede comenzar con empujones para luego terminar en golpes de puño, violaciones, destrucción violenta de objetos entre otros fuertes maltratos físicos. Fase 3: Luna de Miel: esta etapa se caracteriza por el arrepentimiento del agresor y la asunción de un compromiso de cambio generalmente basado en el cambio que deberá emprender la víctima para que el agresor no vuelva a reproducir el episodio violento. Esta etapa refuerza el sentimiento de culpabilidad de la víctima, y es la que la sostiene a permanecer en la relación. Por su parte el agresor en esta etapa utiliza todos los recursos necesarios para desalentar o hacer desistir a la víctima de su decisión de terminar con la relación.
El maltrato hacia la mujer por su condición sigue siendo un acto impune no solo para el Estado sino también para la sociedad que prefiere no hablar del tema o hacer la vista a un costado aún habiendo casos cada vez mas cercanos.
Alguien es VIOLENTO con vos cuando:
- Te insulta, te grita, te humilla y ridiculiza.
- Te culpa de todos los problemas
- Te amenaza con maltratar a tus hijos
- Te aísla, no te deja salir ni recibir visitas
- Te acusa de infidelidad
- Te amenaza con golpearte, matarte o encerrarte
- Te empuja, da golpes de puño, patadas, cachetadas
- Te amenaza con suicidarse o matar a tus hijos o seres queridos
- Te hiere con algún objeto
- Rompe las cosas del hogar en momentos de enojo
- Genera un clima de miedo en el hogar
- Te obliga a mantener relaciones sexuales y/o te maltrata durante las mismas
- Controla la mayoría de tus actividades cotidianas
- Te muestra armas o elementos peligrosos para obligarte a hacer lo que esa persona quiere
- Te prohíbe trabajar
- Te obliga a ingerir pastillas, alcohol o drogas
- No te permite administrar tus bienes
A donde acudir en Tucumán:
Observatorio de la Mujer – Centro de Salud Zenón Santilla
Avellaneda 750. Tucumán Argentina- Tel: 054-0381-4522443
Centro de Contención y Orientación en Violencia Familiar de Tucumán
Don Bosco 1886 - San Miguel de Tucumán- Tel: 381-4514912
O en toda la República Argentina marcando al 144 desde cualquier teléfono
ANIMATE A DENUNCIAR Y PEDIR AYUDA SIN MIEDO QUE SE PUEDE SALIR.
"Es necesario investigar otras formas de violencia letal para las mujeres como los asesinatos debidos a la dote o la trata".
"Rara vez se detiene" Campaña en contra de la Violencia de género femenino, Estados Unidos
Foto: Manifiesta Cooperativa de Comunicación